Diversas personalidades de nuestro país, intelectuales, artistas, escritores, deportistas nos manifestaron sus impresiones acerca del histórico acontecimiento espacial [el descenso de astronautas en la luna], examinándolo desde distintos ángulos.
Dijo el padre Mariano N. Castex S. J. director del Observatorio de San Miguel de la Compañía de Jesús:
La primera objeción que puede hacer el hombre de la calle ante el hecho es: ¿y ahora qué?, puesto que pensará en el mundo sacudido por problemáticas profundamente humanas, donde todavía no se ha curado la leucemia y el cáncer y, sin embargo, se puede llegar a la Luna.
"Esto lo hace reflexionar a uno. Demuestra hasta qué punto hay un divorcio entre la acción científico-técnica y el hombre de la calle. Por un lado es evidente que urge que las ciencias y la tecnología asuman o adquieran una conciencia de su servicio y subordinación a la sociedad; de otro modo están totalmente deshumanizadas y se corre el riesgo de caer en una tecnocracia, nueva forma de imperialismo."
"Al mismo tiempo, se nota la urgencia de una educación del hombre de la calle en torno a que adquiere conciencia de la importancia de este tipo de investigaciones en pro del progreso y desarrollo de la humanidad."
"La llegada a la Luna, en cuanto al logro concreto, sólo ha sido posible tras decenios y hasta siglos de investigaciones cuyo sentido puede haberse cuestionado por falta de finalidad y aplicación. Es un triunfo de la tecnología, pero principalmente es un triunfo de la investigación básica."
El doctor Ricardo Aurelio Foglia, especialista en derecho aeronáutico, nos dice:
"El lanzamiento de la Apolo 11, suscita por su importancia las siguientes reflexiones desde mi punto de vista."
"La primera de ellas consiste en que se demuestra una vez más la existencia del espíritu humano, que en su ambición creadora ansía obtener nuevas conquistas, ya sean éstas en el campo de las ciencias o de las artes."
"Luego, porque la concreción de estas hazañas nos evidencian la importancia de la labor creadora de un conjunto de hombres, todos ellos exponentes científicos o laborales de las más variadas especialidades, pertenecientes a diversos credos o nacionalidades, pero organizados y unidos en un ideal común para obtener hechos de esta naturaleza."
"Cabe consignar que como resultado surgirán para la humanidad nuevos adelantos que la han de beneficiar, poniendo a sus servicios las mejores realizaciones obtenidas por la ciencia o la técnica."
"Pienso también que es imperiosa una sabia regulación jurídica en la utilización de dichos adelantos, y que dicha legislación ha de contribuir ha hacer imperar un mejor ordenamiento en las conductas humanas, en un clima de moral, respeto y libertad."
"Finalmente, considero que la investigación y utilización del Cosmos que es libre y no susceptible de apropiación, permitirá obtener nuevos avances científicos en ulteriores conquistas que han de producirse todas ellas, como hemos dicho, al servicio de la humanidad y en aras al progreso de los pueblos, su unidad y paz universal."
Esta es la respuesta de Conrado Nalé Roxlo, flamante académico de letras, a nuestra pregunta:
"Opino que este viaje a la Luna resulta muy divertido, pues el espíritu de la historieta parece estar gobernando buena parte del mundo. Pienso también que las cuantiosas sumas de dinero que se invierten para costear este y otros viajes espaciales, bien podrían ser destinadas a solucionar muchos de los problemas de los hombres en la Tierra, sobre todo de los más necesitados. En cuanto al resultado o al alcance que tal aventura pueda tener, nadie lo sabe, ni siquiera los que están comprometidos en ella."
El profesor Eugenio Pucciarelli manifestó:
"Una empresa como el descenso de un ser humano en la Luna no puede menos que evocar el recuerdo del sentimiento a que diera expresión literaria Pascal: el contraste entre la infinitud del espacio y la pequeñez del hombre, que se sobrepone a sus menguadas dimensiones por la fuerza de su pensamiento. En este caso, el pensamiento ha encontrado un aliado eficaz en la voluntad, y la acción meramente soñada está a punto de trocarse en hecho consumado. "
"¿Repercutirá sobre la filosofía una hazaña de esta magnitud? En todos los tiempos, los filósofos han defendido con ahínco la autonomía de su dominio. No puede negarse, sin embargo, que Ptolomeo y Copérnico han reinado también en filosofía, lo mismo que Euclides y, recientemente, Einstein. Pero la filosofía ha acabado por absorber esas influencias y recobrar su gallarda independencia. Como ejemplo moral para los hombres podrá quizás servir de estímulo; una conjunción tan feliz de inteligencia, paciencia y esfuerzo perseverante de tantos colaboradores anónimos, ¿no podría suscitar imitación en nuestro desgarrado mundo social de hoy?"
"Las consecuencias inmediatas serán recogidas por la ciencia, y esto tiene en parte un aire de paradoja. ¿Quién podía sospechar que un viaje, que es una empresa vuelta hacia el futuro, sería también un retroceso en el tiempo? La Luna, aparentemente detenida en su proceso geológico desde hace millones de años, podía contribuir a revelar secretos que la tierra, tan vieja como ella, lleva en sus entrañas y oculta a la mirada del hombre de ciencia. También será de provecho para conocer el comportamiento de los organismos vivientes sometidos a circunstancias naturales muy disímiles a las de nuestro planeta. Pensar que esta aventura pueda proporcionar ventajas aprovechables con fines militares es mezclar intenciones mezquinas a una empresa que es obra de la mayor generosidad intelectual".
Consultado el Dr. Ángel Vassallo sobre el viaje de la Apolo 11, contestó lo siguiente:
"No cabe duda de que la hazaña que acometió la Apolo 11 es un alarde de la ciencia y le técnica. Sin embargo, lo que le asigna un valor más alto todavía es el hecho de que en medio de la aplastante maquinaria técnico-científica brille en los tres astronautas una versión moderna del inextinguible espíritu de aventura, que aquí se asocia a la atracción de lo desconocido. Nadie puede sustraerse a compartir la emoción estética y cósmica de Neil Armstrong, en el instante en que pisó por primera vez el suelo de la Luna."
"Pero no se puede celebrar esta empresa sin ser llevado a reconocer que el hombre de nuestro tiempo no está, en general, a la altura del progreso científico y técnico que la ha hecho posible. Como en pocas ocasiones, se hace patente el tamaño del abismo entre técnica y ethos. La guerra de Vietnam y la invasión de Checoslovaquia bastarían para decirlo con su terrible elocuencia. Sus protagonistas son las dos naciones más poderosas del mundo, las mismas que compiten por la "conquista del espacio".
"Los fines declarados de la Apolo 11 consisten en una contribución, que se estima sustancial, al conocimiento de la Luna. Es de desear que se logren ampliamente. Ello no obsta para que se pueda afirmar desde ya que no han de aportar nada decisivo al conocimiento esencial del misterioso universo y del sentido de nuestra existencia en él. Es ésa una aventura que se persigue por otras rutas, donde tiene una parte limitada el conocimiento científico, y menor aún la técnica y la conquista del espacio. (He visto -en fotografía- el cerro que inspiró a Leopardi su poema L'Infinito, poética y metafísicamente sublime: su altura no parece exceder a las de las barrancas de Belgrano).
"Por mi parte, cuanto más me siento dispuesto a celebrar con rendida admiración hazañas como la de la Apolo 11, tanto más me confirmen la creencia de que los verdaderos caminos de la grandeza y la realización humanas pasan por la cultura del espíritu y por aquella sabiduría que solo posee el que labra esforzadamente en él la personalidad moral. Aquí cobran también su pleno sentido los imperativos de la justicia, la paz y el respeto entre los hombres".
El doctor Ricardo Aurelio Foglia, especialista en derecho aeronáutico, nos dice:
"El lanzamiento de la Apolo 11, suscita por su importancia las siguientes reflexiones desde mi punto de vista."
"La primera de ellas consiste en que se demuestra una vez más la existencia del espíritu humano, que en su ambición creadora ansía obtener nuevas conquistas, ya sean éstas en el campo de las ciencias o de las artes."
"Luego, porque la concreción de estas hazañas nos evidencian la importancia de la labor creadora de un conjunto de hombres, todos ellos exponentes científicos o laborales de las más variadas especialidades, pertenecientes a diversos credos o nacionalidades, pero organizados y unidos en un ideal común para obtener hechos de esta naturaleza."
"Cabe consignar que como resultado surgirán para la humanidad nuevos adelantos que la han de beneficiar, poniendo a sus servicios las mejores realizaciones obtenidas por la ciencia o la técnica."
"Pienso también que es imperiosa una sabia regulación jurídica en la utilización de dichos adelantos, y que dicha legislación ha de contribuir ha hacer imperar un mejor ordenamiento en las conductas humanas, en un clima de moral, respeto y libertad."
"Finalmente, considero que la investigación y utilización del Cosmos que es libre y no susceptible de apropiación, permitirá obtener nuevos avances científicos en ulteriores conquistas que han de producirse todas ellas, como hemos dicho, al servicio de la humanidad y en aras al progreso de los pueblos, su unidad y paz universal."
Esta es la respuesta de Conrado Nalé Roxlo, flamante académico de letras, a nuestra pregunta:
"Opino que este viaje a la Luna resulta muy divertido, pues el espíritu de la historieta parece estar gobernando buena parte del mundo. Pienso también que las cuantiosas sumas de dinero que se invierten para costear este y otros viajes espaciales, bien podrían ser destinadas a solucionar muchos de los problemas de los hombres en la Tierra, sobre todo de los más necesitados. En cuanto al resultado o al alcance que tal aventura pueda tener, nadie lo sabe, ni siquiera los que están comprometidos en ella."
El profesor Eugenio Pucciarelli manifestó:
"Una empresa como el descenso de un ser humano en la Luna no puede menos que evocar el recuerdo del sentimiento a que diera expresión literaria Pascal: el contraste entre la infinitud del espacio y la pequeñez del hombre, que se sobrepone a sus menguadas dimensiones por la fuerza de su pensamiento. En este caso, el pensamiento ha encontrado un aliado eficaz en la voluntad, y la acción meramente soñada está a punto de trocarse en hecho consumado. "
"¿Repercutirá sobre la filosofía una hazaña de esta magnitud? En todos los tiempos, los filósofos han defendido con ahínco la autonomía de su dominio. No puede negarse, sin embargo, que Ptolomeo y Copérnico han reinado también en filosofía, lo mismo que Euclides y, recientemente, Einstein. Pero la filosofía ha acabado por absorber esas influencias y recobrar su gallarda independencia. Como ejemplo moral para los hombres podrá quizás servir de estímulo; una conjunción tan feliz de inteligencia, paciencia y esfuerzo perseverante de tantos colaboradores anónimos, ¿no podría suscitar imitación en nuestro desgarrado mundo social de hoy?"
"Las consecuencias inmediatas serán recogidas por la ciencia, y esto tiene en parte un aire de paradoja. ¿Quién podía sospechar que un viaje, que es una empresa vuelta hacia el futuro, sería también un retroceso en el tiempo? La Luna, aparentemente detenida en su proceso geológico desde hace millones de años, podía contribuir a revelar secretos que la tierra, tan vieja como ella, lleva en sus entrañas y oculta a la mirada del hombre de ciencia. También será de provecho para conocer el comportamiento de los organismos vivientes sometidos a circunstancias naturales muy disímiles a las de nuestro planeta. Pensar que esta aventura pueda proporcionar ventajas aprovechables con fines militares es mezclar intenciones mezquinas a una empresa que es obra de la mayor generosidad intelectual".
Consultado el Dr. Ángel Vassallo sobre el viaje de la Apolo 11, contestó lo siguiente:
"No cabe duda de que la hazaña que acometió la Apolo 11 es un alarde de la ciencia y le técnica. Sin embargo, lo que le asigna un valor más alto todavía es el hecho de que en medio de la aplastante maquinaria técnico-científica brille en los tres astronautas una versión moderna del inextinguible espíritu de aventura, que aquí se asocia a la atracción de lo desconocido. Nadie puede sustraerse a compartir la emoción estética y cósmica de Neil Armstrong, en el instante en que pisó por primera vez el suelo de la Luna."
"Pero no se puede celebrar esta empresa sin ser llevado a reconocer que el hombre de nuestro tiempo no está, en general, a la altura del progreso científico y técnico que la ha hecho posible. Como en pocas ocasiones, se hace patente el tamaño del abismo entre técnica y ethos. La guerra de Vietnam y la invasión de Checoslovaquia bastarían para decirlo con su terrible elocuencia. Sus protagonistas son las dos naciones más poderosas del mundo, las mismas que compiten por la "conquista del espacio".
"Los fines declarados de la Apolo 11 consisten en una contribución, que se estima sustancial, al conocimiento de la Luna. Es de desear que se logren ampliamente. Ello no obsta para que se pueda afirmar desde ya que no han de aportar nada decisivo al conocimiento esencial del misterioso universo y del sentido de nuestra existencia en él. Es ésa una aventura que se persigue por otras rutas, donde tiene una parte limitada el conocimiento científico, y menor aún la técnica y la conquista del espacio. (He visto -en fotografía- el cerro que inspiró a Leopardi su poema L'Infinito, poética y metafísicamente sublime: su altura no parece exceder a las de las barrancas de Belgrano).
"Por mi parte, cuanto más me siento dispuesto a celebrar con rendida admiración hazañas como la de la Apolo 11, tanto más me confirmen la creencia de que los verdaderos caminos de la grandeza y la realización humanas pasan por la cultura del espíritu y por aquella sabiduría que solo posee el que labra esforzadamente en él la personalidad moral. Aquí cobran también su pleno sentido los imperativos de la justicia, la paz y el respeto entre los hombres".